Eran los alumnos más destacados en sus colegios, pero no les alcanzó el puntaje para entrar a la universidad. Hoy avanzan en sus carreras por igual, y en ocasiones mejor, que sus compañeros que entraron por la vía regular.
Egresaron de cuarto medio como los mejores alumnos de su generación. Pero las grandes expectativas que tenían de ingresar a la universidad duraron hasta que recibieron bajos resultados en la PSU. Hoy, gracias a la incorporación del ranking de notas en 2013 y a programas que buscan la inclusión de alumnos con destacada trayectoria escolar, cursan sus carreras con éxito, superando barreras socioeconómicas y culturales.
Cristian Balboa (21) creció en el campo con su abuela en la comuna Teodoro Shmidt, en La Araucanía. “Estudié en un liceo municipal. No era el mejor liceo que hay, pero siempre di lo mejor de mí. Sabía que la única forma de salir de ahí era estudiando”, dice.
Obtuvo 850 puntos en el ranking de notas. Sin embargo, su mayor puntaje en la PSU fue 468. “Fue un gran golpe”, recuerda.
Pese a ello, a través del programa propedéutico de la Universidad Católica de Temuco, cuyo objetivo es la inclusión de alumnos destacados, Cristian entró a estudiar bachillerato en ciencias y humanidades. “En ese programa me apoyaron mucho y me entregaron la estabilidad emocional para adaptarme a la universidad”. Hoy va en segundo año de ingeniería comercial y cuenta que está contento. “Me siento muy bien en mi carrera. Tengo amigos y soy ayudante de algunos ramos”. Además, trabaja part-time en el Programa de Acompañamiento y Acceso Efectivo a la Educación Superior (PACE) de la universidad.
Francisco Javier Gil fue el creador del ranking de notas, y hoy trabaja como director de la cátedra Unesco-Usach sobre inclusión en la educación superior. Opina que el ranking “es una buena herramienta para elevar la calidad y equidad de las universidades chilenas, además de mejorar la cohesión social y subir la productividad nacional por la vía de tener profesionales más competentes”.
El experto destaca que los alumnos con más alto puntaje ranking se diferencian de sus compañeros de universidad “por sus más altas tasas de aprobación de asignaturas, notas y retención, aun cuando ellos tengan entre 100 y 200 puntos menos en la PSU, promedio, de Lenguaje y Matemáticas”.
La Universidad de Santiago de Chile ofrece cupos especiales para alumnos que hayan obtenido 850 puntos ranking. Felipe Viera (27) fue uno de ellos y actualmente estudia bachillerato en ciencias y humanidades en la universidad.
“Me faltaron seis puntos para entrar por la vía regular”, cuenta. Hasta ahora ha aprobado todos los cursos: “Yo diría que el 70% de mis notas son arriba de seis. No me siento en desventaja frente a mis compañeros, de hecho, yo diría que me va incluso mejor que algunos que entraron por la PSU”. Uno de los cursos que más difícil se le ha hecho es matemáticas, pero ha recibido tutorías a través del Programa de Acceso Inclusivo, Equidad y Permanencia de la Vicerrectoría Académica (PAIEP) de la universidad.
Viera cuenta que su madre trabajaba como asesora del hogar, y su padre, como administrativo. El estudió en un liceo de La Cisterna. “Por un tema de recursos, no me inscribieron en un mejor colegio, pero siempre me inculcaron que estudiara. Creo que la PSU es clasista, porque en liceos como el mío no preparan a los alumnos para entrar a la universidad”, opina.
El director del Programa Transversal de Educación de la U. de Chile, Iván Páez, plantea que si bien aún es pronto para medir los resultados que ha tenido el ranking respecto del aumento de la inclusión, “ya se puede notar que es una buena herramienta para seleccionar a los mejores estudiantes universitarios”. Además, sostiene que “hay que seguir estudiando el acceso a la educación superior. Hay que construir instrumentos que eliminen las barreras que no sean formativas. Es decir, todas aquellas condiciones socioculturales y económicas que están generando brechas entre los estudiantes (…) En ese sentido, evidentemente el ranking viene a ayudar en la equidad”.
Katherine Pinto (22) iba en tercero medio cuando decidió que quería estudiar derecho. “Estaba muy involucrada en el movimiento estudiantil de 2011 y me interesó el rol social y político que podría tener con esa carrera”. Pese a que siempre tuvo buen desempeño en el colegio, el puntaje PSU no le alcanzó para ingresar vía admisión regular, sin embargo, su ranking de notas de 818 puntos le aseguró un cupo en el programa Talento e Inclusión de la Universidad Católica.
Hoy le queda un año para egresar como abogada, pero cuenta que no siempre fue fácil. “El primer año fue un gran impacto, me costó mucho adaptarme a la universidad. Pero he ido mejorando con los años. Hoy no tengo ningún problema, sé que voy a lograrlo”.